Por Beatriz Pallas.
El autor de El Evangelio de la Espada está a punto de estrenar su primer largometraje: una cinta que descubre un distrito hoy casi extinto en Manhattan, pero que cuenta con más de cien años de historia: "Little Spain".
Hay distritos en Manhattan que sobreviven a la globalización como pequeñas islas independientes donde se habla italiano o las hamburgueserías se rotulan con caracteres chinos. Hubo un tiempo en el que, al oeste del barrio de Chelsea y al norte de West Village, en un segmento de la calle 14, el idioma oficial era el español y muchos gallegos prosperaban allí con sus negocios. Una zona en la que, cada 25 de julio, se celebraba por todo lo alto en las calles el Día del Apóstol. Era el barrio conocido como Little Spain, hoy desaparecido pero recuperado ahora para el recuerdo con un documental del mismo nombre dirigido por el alicantino Artur Balder.
«En los tiempos de la edad dorada, entre los años cuarenta y finales de los sesenta, Little Spain era un barrio con personalidad propia como lo fue Little Italy: un restaurante español tras otro (las fotos muestran el Café Madrid, los restaurantes Bilbaína, Valencia, Coruña, entre muchos otros) famosos comercios y librerías. Los cines del vecindario, y esto lo muestran también las fotos, ofrecían All spanish program, lo que refleja que los españoles ocupaban densamente la zona», explica Artur Balder, que ha estrenado en Nueva York su producción.
Según el director, dentro de este barrio la comunidad gallega fue «probablemente la más importante». «Los gallegos conquistaron Manhattan en muchos aspectos. Lograron establecerse y muchos de ellos lo hicieron de manera próspera, fundando negocios de toda índole que aún a día de hoy siguen abiertos. Tal es el caso del restaurante El Faro, fundado en 1927», explica Balder, que ha recogido para su trabajo numerosos testimonios y fotografías históricas.
Entre las personas que aparecen en el documental Little Spain figuran, precisamente, los propietarios del restaurante El Faro, local que todavía hoy sigue abierto al público en el 823 de la calle Greenwich.
El restaurante, que alcanzó tres estrellas en la crítica gastronómica del New York Times , tuvo a lo largo de la historia una clientela de lo más variopinta, entre ellos estrellas de Hollywood como Marlon Brando. Marineros gallegos, políticos españoles exiliados y miembros del gobierno local frecuentaban este local, que en tiempos de la ley seca se convirtió en lugar de bebida clandestina y después fue bodega portuaria especializada en productos españoles.